Abrazar al vacío
Jamás creí que fuera posible abrazar al vacío. Pero sé puede. Lo he vivido. Corre la tarde. El sol que coloreaba la habitación abandonó la postal improvisada tras el cristal de mi ventana. Y yo no lo noté hasta que tuve que forzar la vista porque no distinguía las letras del teclado. Me había vuelto a perder entre mis pensamientos. De nuevo. Quieres... o mejor, necesitas maldecir al tiempo. Por una vez, te ilusionas con que sé compadezca de ti y sé detenga un rato. Nunca cumplirá tu deseo. ¿Cómo pueden seguir dando saltitos las manecillas del reloj cuando tu te has roto por dentro? Puedes intentar quitarle las pilas para que deje de sonar ese tic-tac tan pesado. Y así no escuchar más el recordatorio de lo extraviado en ese presente ya moribundo. Incluso, tal vez logres aislarte por unos minutos (ya he usado una de las malditas palabras, caigo en su juego) y te convenzas de que es un mal sueño y pronto despertarás. Y justo en ese instante en el que empiezas a sonreír en tu amarga ...