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Mostrando entradas de noviembre, 2016

Mensaje lanzado al vacío

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Como si fuera un mensaje puesto dentro de una botella puesto dentro del mar, así escribo este texto. Lo lanzo al vacío, al silencio sin respuesta, a la ausencia de la nada. Como la flor, inmortal solo en el instante presente, que clama sin voz un último estertor. Un último grito de vida. Incluso es bella en su agonía pues aún refleja los vestigios del aroma que un día la impregnó. Y ella, al igual que yo, lo único que quiere es dar las gracias por haber podido descubrir la magia del amor, de haber podido respirar la eternidad efímera de la existencia.

Planeando sobre el viento

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Pudiera ser que la gaviota ignora su capacidad de volar. Lleva tanto tiempo caminando o dando saltitos que se le olvidó cómo desplegar las alas. Y entonces avista el cielo, pensativa, anhelando alcanzar los rayos del sol que emergen entre las nubes de lluvia. Quisiera dejarse mecer por ellos mientras le hacen entrar en calor. Es su propia sombra la que le hace creer que se encuentra encadenada al suelo, transmitiéndole el miedo al abandono si se marcha y la deja atrás. Como si la soledad fuera una prisión, cuando es la que, de verdad, te regala alas para soñar, la que te proporciona imaginación para pensar.  Tal vez se atreva a huir del reflejo de un astro, que no calienta el corazón, saliendo del espejo. Podrá recordar en ese instante cómo se planea sobre el viento, cómo se vive lejos de la tierra.

Eras, instante, tan claro...

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Eras, instante, tan claro... de Luis Cernuda Eras, instante, tan claro.  Perdidamente te alejas,  dejando erguido al deseo  con sus vagas ansias tercas.  Siento huir bajo el otoño  pálidas aguas sin fuerza,  mientras se olvidan los árboles  de las hojas que desertan.  La llama tuerce su hastío,  sola su viva presencia,  y la lámpara ya duerme  sobre mis ojos en vela.  Cuán lejano todo. Muertas  las rosas que ayer abrieran,  aunque aliente su secreto  por las verdes alamedas.  Bajo tormentas la playa  será soledad de arena  donde el amor yazca en sueños.  La tierra y el mar lo esperan.

En donde los silencios enmudecen

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Silencio de Octavio Paz Así como del fondo de la música brota una nota que mientras vibra crece y se adelgaza hasta que en otra música enmudece, brota del fondo del silencio otro silencio, aguda torre, espada, y sube y crece y nos suspende y mientras sube caen recuerdos, esperanzas, las pequeñas mentiras y las grandes, y queremos gritar y en la garganta se desvanece el grito: desembocamos al silencio en donde los silencios enmudecen.

The road not taken

The road not taken by Robert Frost Two roads diverged in a yellow wood, And sorry I could not travel both And be one traveler, long I stood And looked down one as far as I could To where it bent in the undergrowth; Then took the other, as just as fair, And having perhaps the better claim, Because it was grassy and wanted wear; Though as for that the passing there Had worn them really about the same, And both that morning equally lay In leaves no step had trodden black. Oh, I kept the first for another day! Yet knowing how way leads on to way, I doubted if I should ever come back. I shall be telling this with a sigh Somewhere ages and ages hence: Two roads diverged in a wood, and I— I took the one less traveled by, And that has made all the difference.

Je me demande si...

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Je me demande si les étoiles sont éclairées afin que chacun puisse un jour retrouver la sienne. Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día, cada uno pueda encontrar la suya. I wonder whether the stars are set alight in heaven so that one day each one of us may find his own again. Le Petit Prince, Antoine de Saint-Exupéry.

Oda a una estrella de Pablo Neruda

Oda a una estrella de Pablo Neruda   Asomando a la noche en la terraza de un rascacielos altísimo y amargo pude tocar la bóveda nocturna y en un acto de amor extraordinario me apoderé de una celeste estrella. Negra estaba la noche y yo me deslizaba por la calle con la estrella robada en el bolsillo. De cristal tembloroso parecía y era de pronto como si Ilevara un paquete de hielo o una espada de arcángel en el cinto. La guardé temeroso debajo de la cama para que no la descubriera nadie, pero su luz atravesó primero la lana del colchón, luego las tejas, el techo de mi casa. Incómodos se hicieron para mí los más privados menesteres. Siempre con esa luz de astral acetileno que palpitaba como si quisiera regresar a la noche, yo no podía preocuparme de todos mis deberes y así fue que olvidé pagar mis cuentas y me quedé sin pan ni provisiones. Mientras tanto, en la calle, se amotinaban trans

Ecuador de Benjamín Prado

Ecuador de Benjamín Prado Hace falta la noche para ver las estrellas. Igual que ayer, hoy busco -lo dijo Juan Ramón- "una verdad aún sin realidad"; busco en la tinta verde de todo lo que escribo un planeta sin nombre o una jungla perdida. Y hace falta la noche. Yo me siento en las sombras, prendo un fósforo, tallo mis esmeraldas, construyo mis panales. Todo es igual y todo es diferente. La vida, que fue un río, es ahora un océano, el pasado es la arena y el agua es el futuro. Hace falta la noche. Todo está en mí lo mismo que un clavo en la madera: cada paso en la nieve, cada luz apagada, cada piel encendida.