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Mostrando entradas de enero, 2020

Viaje sin partida de Julia Prilutzky

Viaje sin partida  de Julia Prilutzky No amarse ahora, pero haber amado. Y encontrarse otra vez, recuerdo grave como el de alguna flor de aroma suave que se mustia en un libro ya olvidado, Va surgiendo el recuerdo desvelado: una palabra, un gesto... Es una clave que nadie descifró, que nadie sabe; recinto nuestro, cántico inviolado. Estamos en silencio, frente a frente. Y sin verte, yo sé que me has mirado con no sé qué recuerdo transparente en los ojos lejanos... No has cambiado. Y es dulce estarse así, indolentemente, pero no amarse ya. Haberse amado.

Las piedras del camino se llenan de ternura...

Las piedras del camino se llenan de ternura... de Concha Urquiza Las piedras del camino se llenan de ternura y de musgos; los cielos contemplan con dulzura los senos azulosos del agua que se estanca. Clareando entre los charcos de solo todos deshechos, se hinchan de luz las agrias venas de los helechos tendidos sobre el fresco terror de la barranca.

Las cicatrices de Piedad Bonnett

Las cicatrices de Piedad Bonnett  No hay cicatriz, por brutal que parezca, que no encierre belleza. Una historia puntual se cuenta en ella, algún dolor. Pero también su fin. Las cicatrices, pues, son las costuras de la memoria, un remate imperfecto que nos sana dañándonos. La forma que el tiempo encuentra de que nunca olvidemos las heridas. De Explicaciones no pedidas, 2011.

Día de Año Nuevo de Kim Addonizio

Día de Año Nuevo de Kim Addonizio Esta mañana la lluvia cae sobre la última nieve y la limpiará. Huelo otra vez la hierba y las hojas caídas que se mezclan con el barro. Los pocos amores que pude conservar duermen aún en la Costa Oeste. Aquí en Virginia camino por los campos con la única compañía de unas pocas vacas jóvenes. De hueso ancho y tímidas, son como las chicas que recuerdo de Secundaria, las que nunca hablaban, las que tenían la cabeza agachada y los brazos cruzados sobre sus pechos nuevos. Esas chicas tienen ya casi cuarenta años. Como yo, seguro que a veces se detienen de noche ante una ventana, a mirar el patio silencioso, una silla oxidada y los muros de las casas de otra gente. Habrá tardes en que se acuesten y lloren amargamente por quien las hiciera más felices, y se pregunten cómo sus vidas las han llevado tan lejos sin jamás explicar nada. No sé por qué estoy aquí fuera con