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Mostrando entradas de julio, 2012

Capturando un poco de ternura

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Un segundo de miradas, de caricias, de palabras que no necesitan ser pronunciadas. Un instante compartido entre dos seres que irradian solo ternura. Un potrillo que apoya suavemente su hocico sobre su madre. Una imagen vivida qué me hace replantearme cómo un gesto tan sencillo, tan breve puede transmitirme tanto y conseguir desencadenar en mí una ola de emociones que me hacen estremecerme. Logré robarle este momento al olvido en una verde pradera extraviada entre montañas y que precipitaba al mar por medio de unos acantilados. Una pequeña muestra de amor que representa esa historia tan vieja como el universo, que no por ello deja de sorprendernos.

Guardiana

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Pues eso, una gaviota que reflexiva contempla el horizonte marino. Una línea eterna que hace de frontera entre los sueños de los marineros y de los pájaros. Permanece callada por espacio de un tiempo indeterminado. Ella queda extasiada ante tal belleza infinita, se sobrecoge ante tal inmensidad y acaba sintiéndose pequeña, diminuta. Pese a ello ya está planeando en surcar el cielo en breves instantes y planear dejándose llevar, con las alas inmóviles, hierática. Al fin y al cabo, ella es una de las guardianas de esa tierra de nadie allende los mares, a la que también llaman horizonte.

Una cortina de agua

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Una cortina de agua cae eterna ante el mutismo de la noche. Y solamente quiero acariciarla con mis manos para sentir su fría presencia, rauda, veloz, perfecta. Ella me aísla de la realidad con la melodía rítmica con la que desciende. Y la contemplo extasiado.

Analogías

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Retazos de un cielo que se descose entre moléculas de agua. Árboles que terminan deshilachándose en ese pequeño gran mar que improvisó la lluvia estival en una tarde cualquiera, y que se evaporará de un momento a otro. Reflejo inacabado de un paisaje en el que podría plasmar mi vida. Árboles que me impiden ver mi propia historia proyectada en esa realidad que languidece a mi alrededor, a pesar de ello logro vislumbrar un poco del espejo acuático. Y nubes que hacen callar al viento que te empuja para que continúes hacia delante. Pero siempre puede atardecer y que vuelva a empezar un nuevo día, inédito.

Nuestro secreto mil veces compartido

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Un día quise contarte nuestro secreto. Ese secreto en el que vivías pero del que nunca te diste cuenta. Intenté hablar contigo, y aunque logré que me escucharas, se te olvidó al instante, puesto que descubriste una efímera mariposa en el aire y te marchaste corriendo para alcanzarla. En cambio, para mí, el misterio que nos pertenecía sin tú conocerlo, era la razón por la que me levantaba cada mañana. Me motivaba a continuar, me alientaba, me persuadía de buscar una senda en el presente que solo existe en nuestra mente. Nuestro secreto mil veces compartido era que tú habías nacido, hijo.

Tristeza ensangrentada

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Y el cielo se tiñó de sangre. Las nubes intentaron ocultarlo para que pudiera llorar su pena en soledad. Había intentado matarse, pero por mucho que se desangrara, jamás moriría. Su destino era contemplar una eternidad tras otra: el universo que lo atormentaba, que le desgarraba el corazón. Esta vez fue en concreto un minúsculo planeta de un pequeño sistema solar en el brazo menor de Orión alejado del centro de la Vía Láctea, apenas una partícula de polvo en el universo. Ese en el que unos seres liliputienses pretendían dominar su mundo al que llaman "La Tierra", cuando irónicamente tres de sus cuartas partes son agua, sin importarles la destrucción de la naturaleza y también su propia autodestrucción.