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Mostrando entradas de 2013

Abrazar al vacío

Jamás creí que fuera posible abrazar al vacío. Pero sé puede. Lo he vivido. Corre la tarde. El sol que coloreaba la habitación abandonó la postal improvisada tras el cristal de mi ventana. Y yo no lo noté hasta que tuve que forzar la vista porque no distinguía las letras del teclado. Me había vuelto a perder entre mis pensamientos. De nuevo. Quieres... o mejor, necesitas maldecir al tiempo. Por una vez, te ilusionas con que sé compadezca de ti y sé detenga un rato. Nunca cumplirá tu deseo. ¿Cómo pueden seguir dando saltitos las manecillas del reloj cuando tu te has roto por dentro? Puedes intentar quitarle las pilas para que deje de sonar ese tic-tac tan pesado. Y así no escuchar más el recordatorio de lo extraviado en ese presente ya moribundo. Incluso, tal vez logres aislarte por unos minutos (ya he usado una de las malditas palabras, caigo en su juego) y te convenzas de que es un mal sueño y pronto despertarás. Y justo en ese instante en el que empiezas a sonreír en tu amarga

Cómo dar cuerda al reloj según Julio Cortázar

Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suel

Ausencia

Ausencia de Jorge Luis Borges Habré de levantar la vasta vida  que aún ahora es tu espejo:  cada mañana habré de reconstruirla.  Desde que te alejaste,  cuántos lugares se han tornado vanos  y sin sentido, iguales  a luces en el día.  Tardes que fueron nicho de tu imagen,  músicas en que siempre me aguardabas,  palabras de aquel tiempo,  yo tendré que quebrarlas con mis manos.  ¿En qué hondonada esconderé mi alma  para que no vea tu ausencia  que como un sol terrible, sin ocaso,  brilla definitiva y despiadada?  Tu ausencia me rodea  como la cuerda a la garganta,  el mar al que se hunde.

Poesía de otoño (II)

Jon Juaristi, "Cambra de la tardor" Aquí llega el otoño, con su voz de ceniza, desalentando sueños, cubriendo de hojarasca las imágenes rotas que el corazón conoce.

Poesía de otoño (I)

A tientas de Mario Benedetti Se retrocede con seguridad pero se avanza a tientas uno adelanta manos como un ciego ciego imprudente por añadidura pero lo absurdo es que no es ciego y distingue el relámpago la lluvia los rostros insepultos la ceniza la sonrisa del necio las afrentas un barrunto de pena en el espejo la baranda oxidada con sus pájaros la opaca incertidumbre de los otros enfrentada a la propia incertidumbre se avanza a tientas / lentamente por lo común a contramano de los convictos y confesos en búsqueda tal vez de amores residuales que sirvan de consuelo y recompensa o iluminen un pozo de nostalgias se avanza a tientas/ vacilante no importan la distancia ni el horario ni que el futuro sea una vislumbre o una pasión deshabitada a tientas hasta que una noche se queda uno sin cómplices ni tacto y a ciegas otra vez y para siempre se introduce en un túnel o destino que no se sabe dónde acaba.

Y cuando

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Cuando es solamente la distancia la que me separa de ti y el tiempo el que me acerca... 

La poesía es viento, es fuego, es mar

Teoría de José Hierro Un instante vacío de acción puede poblarse solamente de nostalgia o de vino. Hay quien lo llena de palabras vivas, de poesía (acción de espectros, vino con remordimiento). Cuando la vida se detiene, se escribe lo pasado o lo imposible para que los demás vivan aquello que ya vivió (o que no vivió) el poeta. Él no puede dar vino, nostalgia a los demás: sólo palabras. Si les pudiese dar acción... La poesía es como el viento, o como el fuego, o como el mar. Hace vibrar árboles, ropas, abrasa espigas, hojas secas, acuna en su oleaje los objetos que duermen en la playa. La poesía es como el viento, o como el fuego, o como el mar: da apariencia de vida a lo inmóvil, a lo paralizado. Y el leño que arde, las conchas que las olas traen o llevan, el papel que arrebata el viento, destellan una vida momentánea entre dos inmovilidades. Pero los que están vivos, los henchidos de acción, los palpitantes de nos

Soy mi propio reflejo

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Estoy dentro de un sueño, o tal vez una pesadilla. No lo sé. Extraña, inquietante. Me miro a mí misma, pero no soy quien hace los movimientos, sino que me imito. Me encuentro dentro de un espejo. Infinito, eterno. Intento hablar, gritar para poder escapar. Soy incapaz. Mi supuesto verdadero yo sonríe por mis propias limitaciones. Sonrisa que, en mi cara, se me antoja como una mueca cruel. Duele. Entonces mi otro yo deja de mirarme directamente a los ojos y se marcha. A vivir mi vida. Impotente, intento llorar. Solamente consigo que mi corazón se acelere un poco. Nada más.  Soy mi propio reflejo. Una sombra que se tendrá que conformar con ser una espectadora de su presente. Sin poder respirar. 

Luna eterna (I): Congelando la luna

Luna congelada de Mario Benedetti Con esta soledad alevosa tranquila con esta soledad de sagradas goteras de lejanos aullidos de monstruos de silencio de recuerdos al firme de luna congelada de noche para otros de ojos bien abiertos con esta soledad inservible vacía se puede algunas veces entender el amor.

Sigamos con Benedetti: Hagamos un trato

Hagamos un trato de Mario Benedetti Compañera  usted sabe  puede contar  conmigo  no hasta dos  o hasta diez  sino contar  conmigo  si alguna vez  advierte  que la miro a los ojos  y una veta de amor  reconoce en los míos  no alerte sus fusiles  ni piense qué delirio  a pesar de la veta  o tal vez porque existe  usted puede contar  conmigo  si otras veces  me encuentra  huraño sin motivo  no piense qué flojera  igual puede contar  conmigo  pero hagamos un trato  yo quisiera contar  con usted  es tan lindo  saber que usted existe  uno se siente vivo  y cuando digo esto  quiero decir contar  aunque sea hasta dos  aunque sea hasta cinco  no ya para que acuda  presurosa en mi auxilio  sino para saber  a ciencia cierta  que usted sabe que puede  contar conmigo.

Soledades de Benedetti

Soledades de Mario Benedetti Ellos tienen razón esa felicidad al menos con mayúscula                                   no existe ah pero si existiera con minúscula sería semejante a nuestra breve                                              presoledad después de la alegría viene la soledad después de la plenitud viene la soledad después del amor viene la soledad ya sé que es una pobre deformación pero lo cierto es que en ese durable minuto uno se siente                   solo en el mundo sin asideros sin pretextos sin abrazos sin rencores sin las cosas que unen o separan y en esa sola manera de estar solo ni siquiera uno se apiada de uno mismo los datos objetivos son como sigue hay diez centímetros de silencio          entre tus manos y mis manos una frontera de palabras no dichas          entre tus labios y mis labios y algo que brilla así de triste          entre tus ojos y mis ojos claro que la soledad no viene

Recordando un poema que leí en la escuela...

El ciprés de Silos de Gerardo Diego Enhiesto surtidor de sombra y sueño  que acongojas el cielo con tu lanza.  Chorro que a las estrellas casi alcanza  devanado a sí mismo en loco empeño. Mástil de soledad, prodigio isleño,  flecha de fe, saeta de esperanza.  Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,  peregrina al azar, mi alma sin dueño. Cuando te vi señero, dulce, firme,  qué ansiedades sentí de diluirme  y ascender como tú, vuelto en cristales, como tú, negra torre de arduos filos,  ejemplo de delirios verticales,  mudo ciprés en el fervor de Silos.

Hay que darle vida a los sueños

Dale vida a los sueños de Mario Benedetti Dale vida a los sueños que alimentan el alma,  no los confundas nunca con realidades vanas.  Y aunque tu mente sienta necesidad, humana,  de conseguir las metas y de escalar montañas,  nunca rompas tus sueños, porque matas el alma.  Dale vida a tus sueños aunque te llamen loco,  no los dejes que mueran de hastío, poco a poco,  no les rompas las alas, que son de fantasía,  y déjalos que vuelen contigo en compañía.  Dale vida a tus sueños y, con ellos volando,  tocarás las estrellas y el viento, susurrando,  te contará secretos que para ti ha guardado  y sentirás el cuerpo con caricias, bañado,  del alma que despierta para estar a tu lado.  Dale vida a los sueños que tienes escondidos,  descubrirás que puedes vivir estos momentos  con los ojos abiertos y los miedos dormidos,  con los ojos cerrados y los sueños despierto. 

Inspiración, ¡por favor!

Estoy completamente bloqueada  Hace semanas que me pongo frente a un papel o a una pantalla en blanco y no soy capaz de escribir. No sé de qué hablar, sobre qué reflexionar... no sé con qué palabras respirar. Necesito expresar lo qué siento, desahogarme de alguna manera, pero no sé me ocurre qué decir y cómo puedo decirlo. Aguardo con ilusión el día (ojalá sea pronto) en el que intente ordenar algunas de esas letras que flotan desorientadas entre mis neuronas, y consiga unirlas en una melodía poética. 

En esa ciudad que dicen de los enamorados (III)

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Paris de Edith Piaf On se rapplle les chansons. Un soir d'hiver, un frais visage, La scène à marchands de marrons, Une chambre au cinquième étage, Les cafés crèmes du matin, Montparnasse, le Café du Dôme, Les faubourgs, le Quartier latin, Les Tuileries et la Place Vendôme. Paris, c'était la gaieté, Paris, C'était la douceur aussi. C'était notre tendresse. Paris, tes gamins, tes artisans, Tes camelots et tes agents Et tes matins de printemps, Paris, l'odeur de ton pavé d'oies, De tes marronniers, du bois, Je pense à toi sans cesse. Paris, je m'ennuie de toi, mon vieux. On se retrouvera tous les deux, Mon grand Paris. Évidemment, il y a parfois Les heures un peu difficiles Mais tout s'arrange bien, ma foi. Avec Paris, c'est si facile. Pour moi, Paris, c'est les beaux jours Les airs légers, graves ou tendres. Pour moi, Paris, c'est mes amours Et mon cœur ne peut se reprendre.

En esa ciudad que dicen de los enamorados (II)

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La valse d'amour de Edith Piaf C'est la valse d'amour Qu'on chante dans les faubourgs. C'est la romance Que chacun danse En attendant l'amour. Il y a toujours un cœur Qui cherche un autre cœur, Alors commence Une romance. C'est la valse d'amour. Il habitait juste en face de chez elle. Elle habitait juste en face de chez lui. Il a pensé : "Oh mon Dieu, qu'elle est belle !" Elle a pensé : "Il n'y a pas mieux que lui." C'est la valse d'amour Qu'on chante dans les faubourgs. C'est la romance Que chacun danse En attendant l'amour. Il y a toujours un cœur Qui cherche un autre cœur, Alors commence Une romance. C'est la valse d'amour. Il y a toujours un garçon pour une fille. Il y a toujours une fille pour un garçon, Alors, pour peu que la fille soit gentille, L'histoire s'arrange d'une tendre façon. C'est la valse d'amour Qu'on chante dans

En esa ciudad que dicen de los enamorados (I)

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Sous le ciel de Paris de Edith Piaf Sous le ciel de Paris S'envole une chanson Hum Hum Elle est née d'aujourd'hui Dans le coeur d'un garçon Sous le ciel de Paris Marchent des amoureux Hum Hum Leur bonheur se construit Sur un air fait pour eux Sous le pont de Bercy Un philosophe assis Deux musiciens quelques badauds Puis les gens par milliers Sous le ciel de Paris Jusqu'au soir vont chanter Hum Hum L'hymne d'un peuple épris De sa vieille cité Près de Notre Dame Parfois couve un drame Oui mais à Paname Tout peut s'arranger Quelques rayons Du ciel d'été L'accordéon D'un marinier L'espoir fleurit Au ciel de Paris Sous le ciel de Paris Coule un fleuve joyeux Hum Hum Il endort dans la nuit Les clochards et les gueux Sous le ciel de Paris Les oiseaux du Bon Dieu Hum Hum Viennent du monde entier Pour bavarder entre eux Et le ciel de Paris A son sec

La lluvia puede latir a diferentes ritmos (VI)

La lluvia lenta de Gabriela Mistral Esta agua medrosa y triste,  como un niño que padece,  antes de tocar la tierra  desfallece.  Quieto el árbol, quieto el viento,  ¡y en el silencio estupendo,  este fino llanto amargo  cayendo!  El cielo es como un inmenso  corazón que se abre, amargo.  No llueve: es un sangrar lento  y largo.  Dentro del hogar, los hombres  no sienten esta amargura,  este envío de agua triste  de la altura.  Este largo y fatigante  descender de aguas vencidas,  hacia la Tierra yacente  y transida.  Llueve... y como un chacal trágico  la noche acecha en la sierra.  ¿Qué va a surgir, en la sombra,  de la Tierra?  ¿Dormiréis, mientras afuera  cae, sufriendo, esta agua inerte,  esta agua letal, hermana  de la Muerte?

La lluvia puede latir a diferentes ritmos (V)

Como quien oye llover de Octavio Paz Óyeme como quien oye llover, ni atenta ni distraída, pasos leves, llovizna, agua que es aire, aire que es tiempo, el día no acaba de irse, la noche no llega todavía, figuraciones de la niebla al doblar la esquina, figuraciones del tiempo en el recodo de esta pausa, óyeme como quien oye llover, sin oírme, oyendo lo que digo con los ojos abiertos hacia adentro, dormida con los cinco sentidos despiertos, llueve, pasos leves, rumor de sílabas, aire y agua, palabras que no pesan: lo que fuimos y somos, los días y los años, este instante, tiempo sin peso, pesadumbre enorme, óyeme como quien oye llover, relumbra el asfalto húmedo, el vaho se levanta y camina, la noche se abre y me mira, eres tú y tu talle de vaho, tú y tu cara de noche, tú y tu pelo, lento relámpago, cruzas la calle y entras en mi frente, pasos de agua sobre mis párpados, óyeme como quien oye llover, el asfalto relumbra, tú c

Día del padre

Quiero decirte, además de feliz día del padre, gracias, papá, por estar ahí en todo momento. Desde pequeñita. En el ayer, en el presente y el mañana. Se desvanecen entre nosotros las fronteras que define la distancia. Siempre es un aquí y un ahora, un te quiero, un abrazo con una palmada... FELIZ DÍA DEL PADRE. 

Miré a mi lado y te vi a ti

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                     Miré a mi lado y te vi a ti una sonrisa tímida, una mirada penetrante. Estabas siempre ahí,                             diluviase o soleara, de noche y de día. Decías poco con los labios cuando tus ojos la vida expresaban,                                 sólo me mirabas. No había ya más estrellas  en el cielo o gente caminando.                                     Tú y yo, y un silencio que sonreía.

La lluvia puede latir a diferentes ritmos (IV)

Lluvia de Mario Benedetti La lluvia está cansada de llover yo/cansado de verla en mi ventana es como si lavara las promesas y el goce de vivir y la esperanza la lluvia que acribilla los silencios es un telón sin tiempo y sin colores y a tal punto oscurece los espacios que puede confundirse con la noche ojalá que el sagrado manantial aburrido suspenda el manso riesgo y gracias a la brisa nos sequemos a la espera del próximo aguacero lo extraño es que no sólo llueve afuera otra lluvia enigmática y sin agua nos toma de sorpresa/y de sorpresa llueve en el corazón/llueve en el alma.

La lluvia puede latir a diferentes ritmos (III)

La lluvia de Jorge Luis Borges Bruscamente la tarde se ha aclarado  Porque ya cae la lluvia minuciosa.  Cae o cayó. La lluvia es una cosa  Que sin duda sucede en el pasado.  Quien la oye caer ha recobrado  El tiempo en que la suerte venturosa  Le reveló una flor llamada rosa  Y el curioso color del colorado.  Esta lluvia que ciega los cristales  Alegrará en perdidos arrabales  Las negras uvas de una parra en cierto. Patio que ya no existe. La mojada  Tarde me trae la voz, la voz deseada,  De mi padre que vuelve y que no ha muerto.

La lluvia puede latir a diferentes ritmos (II)

Lluvia de Federico García Lorca La lluvia tiene un vago secreto de ternura, algo de soñolencia resignada y amable, una música humilde se despierta con ella que hace vibrar el alma dormida del paisaje.  Es un besar azul que recibe la Tierra, el mito primitivo que vuelve a realizarse. El contacto ya frío de cielo y tierra viejos con una mansedumbre de atardecer constante.  Es la aurora del fruto. La que nos trae las flores y nos unge de espíritu santo de los mares. La que derrama vida sobre las sementeras y en el alma tristeza de lo que no se sabe.  La nostalgia terrible de una vida perdida, el fatal sentimiento de haber nacido tarde, o la ilusión inquieta de un mañana imposible con la inquietud cercana del color de la carne.  El amor se despierta en el gris de su ritmo, nuestro cielo interior tiene un triunfo de sangre, pero nuestro optimismo se convierte en tristeza al contemplar las gotas muertas en los cristales.  Y son las gotas: oj

La lluvia puede latir a diferentes ritmos (I)

Llueve de Pablo Neruda Llueve sobre la arena, sobre el techo el tema de la lluvia: las largas eles de la lluvia lenta caen sobre las páginas de mi amor sempiterno, la sal de cada día: regresa lluvia a tu nido anterior, vuelve con tus agujas al pasado: hoy quiero el espacio blanco, el tiempo de papel para una rama de rosal verde y de rosas doradas: algo de la infinita primavera que hoy esperaba, con el cielo abierto y el papel esperaba, cuando volvió la lluvia a tocar tristemente la ventana, luego a bailar con furia desmedida sobre mi corazón y sobre el techo, reclamando su sitio, pidiéndome una copa para llenarla una vez más de agujas, de tiempo transparente, de lágrimas.

Desgarrada la nube de Antonio Machado

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Desgarrada la nube de Antonio Machado Desgarrada la nube; el arco iris Brillando ya en el cielo, Y en un fanal de lluvia Y sol el campo envuelto. Desperté. ¿Quién enturbia Los mágicos cristales de mi sueño? Mi corazón latía Atónito y disperso. ... ¡El limonar florido, El cipresal del huerto, El prado verde, el sol, el agua, el iris... El agua en tus cabellos! Y todo en la memoria se perdía Como una pompa de jabón al viento .

Entre cigarrillos

Notar cómo las lágrimas intentan escapar por todos los poros de tu piel. No querer evocar el presente que viviste ese otro día, y que parece que fue ayer. Esquivar los recuerdos con mentiras. Engañarte a ti misma porque crees que así sufrirás menos, cuando lo único que logras es que supure más la herida. Una imagen en el espejo con los ojos hinchados por el llanto y nariz de payaso. Y lo peor de todo, sentirte sola cuando estás rodeada de gente por todos lados. Y acabar sumergiéndote en el silencio, como siempre, ya que tu rebeldía se disipa con las bocanadas entre cigarrillos que exhala el abandono del olvido...

Cuántas veces

"La vida es aquello que te va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes." "Algunos están dispuestos a cualquier cosa, menos a vivir aquí y ahora." "Lo que importa no es pensar en el pasado ni en el futuro. Lo importante es cargar con el ahora." John Lennon. Cuántas veces tiramos por la borda los pequeños detalles de la vida sin apreciar su valor. Cuántas veces enmudecemos ante la soledad. Cuántas veces se marchita el cariño, efímero, sin que te haya dado tiempo a sentirlo. Cuántas veces nuestros labios pronuncian unas palabras cuando nuestros pensamientos dicen otras. Cuántas veces extraviamos, entre descuidos, las sonrisas que nos hacen respirar. Cuántas veces no luchamos por esas lágrimas que nos distancian aún más, desterrando a un cajón ese pasador y esa carta, que latieron sin corazón en un ayer. Cuántas veces descuidamos a aquella persona que quiso contemplarnos durante horas mientras dormíamos. Y entonces caes en la cuenta

Una carta con destinatario

Escribamos una carta. No importa el destinatario. Mandémosla al mundo sin un sello ni una dirección. Como ese pliego que lanzas al mar en una botella. No esperemos una respuesta. O quizás sí que deberíamos dedicársela a alguien: a la vida. Esa que te acompaña mientras respiras. Esa que quieres relegar al olvido cuando te embarga la melancolía. Con garabatear unas pocas grafías podemos expresar lo que sentimos, más palabras sobrarían: Gracias. 

Eterna compañera

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Hoy he conocido a mi nueva amante: la soledad. Esa que me acompaña todas las noches de vigilia. Aquella que, con silencios, me besa. No fui yo quien se enamoró de ella, sino ella fue la que se fijó en mí. Me ha atrapado en sus redes y no me deja escapar. Es muy posesiva. Me hizo un regalo, para ella de un valor inestimable: el olvido. Mi vida transcurre sin que pueda vivirla, como si fuera un mero espectador que no puede decidir lo que sucede en la obra que se está representando, como un director de orquesta sin batuta. No tengo nombre, no tengo rostro. Solamente puedo escapar de una manera. Miro hacia la ventana, desvencijada, que cruje por culpa del viento. Y encamino mis pasos hacia ella. 

Día 2. He conseguido sonreír.

Alguien duerme a mi lado. Respira con dificultad. Sus leves ronquidos me resultan desconocidos. Aunque no deseo abrir los ojos para ver quién es, pues se rompería este pequeño instante de paz en el que me siento inmersa. Si me muevo, regresarán los dolores y las pesadillas.  "Buenos días", mi soledad se desvanece de repente por culpa de una voz infantil y cantarina. "¿Cómo te llamas? Yo soy Lucía." No le respondo. La ignoro. Tal vez piense que estoy dormida. "¡Qué suerte tengo de estar contigo como compañera de habitación, así será más divertido estar en el hospital! No sé si me escucharás, pero me gustaría ser tu amiga."  La miro de reojo. Ella no se da cuenta. Es una niña de unos diez u once años, tal vez un poco más pues se encuentra muy delgada y encogida. En sus pupilas brilla una felicidad que a mí me fue arrebatada. Me hace sonreír con su inocencia. Entonces noto que el pañuelo que oculta su cabeza, tapa la falta de cabello. "Me ll