Beso intemporal
Una mano, ansiosa, reposa sobre la piel marmórea de una bella dama. Indecisa, duda si avanzar o si detenerse. Su dueño no sabe si debe romper la magia ilusoria y proseguir con la representación milenaria de la unión sexual, o si debe prolongar ese beso intemporal. Pero antes de poder tomar una decisión, descubre que se encuentra paralizado. Se asusta, grita, nadie lo escucha. Comienza a desesperarse. ¿Por qué no puede moverse? Mira entonces a su enamorada, a la que continúa besando. No hay expresividad alguna en sus ojos, los cuales languidecen tras una pátina de siglos.