Planeando sobre el viento


Pudiera ser que la gaviota ignora su capacidad de volar. Lleva tanto tiempo caminando o dando saltitos que se le olvidó cómo desplegar las alas. Y entonces avista el cielo, pensativa, anhelando alcanzar los rayos del sol que emergen entre las nubes de lluvia. Quisiera dejarse mecer por ellos mientras le hacen entrar en calor.
Es su propia sombra la que le hace creer que se encuentra encadenada al suelo, transmitiéndole el miedo al abandono si se marcha y la deja atrás. Como si la soledad fuera una prisión, cuando es la que, de verdad, te regala alas para soñar, la que te proporciona imaginación para pensar. 
Tal vez se atreva a huir del reflejo de un astro, que no calienta el corazón, saliendo del espejo. Podrá recordar en ese instante cómo se planea sobre el viento, cómo se vive lejos de la tierra.

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