Hacia el silencio



Corren las palabras, vuelan las letras del papel, abandonan las páginas que las contemplaron nacer, corren, vuelan, desaparecen en un infinito mudo, en un único silencio que aniquiló el alma de las historias, de los cuentos, de nuestra vida.
Se despegaban sin despedirse de aquello que dejaban atrás. Ya no hay epopeyas de guerras ni sonetos de amor, novelas de aventuras o relatos de miedo. Atrás quedaron las noches de vigilia para leer un libro entre las sábanas bajo la luz de una vela o de una linterna; atrás quedaron la impaciencia, la sorpresa, la tensión por ese capítulo que nos hizo olvidar el mundo de afuera. Se adentran las palabras en la nada, en el mutismo del exilio. Con el tiempo, ¿quién se acordará de ellas si se han marchado para no volver?

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