Al acecho de parejas fugitivas

Cerramos los ojos ante el murmullo del arroyo. Ese arroyo que corre, cantarín y sibilante. Él anuncia que es primavera con su transitar. Nos cuenta entonces un secreto. Ha cogido algo de peso, y por ello está enfadado con la lluvia. Él prefiere ser silencioso y serpenteante, al acecho de parejas fugitivas, que son tan ingenuas de creer hallar una soledad escondida, mas no anónima. 

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