Para enfrentar el miedo
Para enfrentar el miedo, me preguntaba qué debía hacer... ¿Dormir más arropada como cuando era pequeña y de esa manera sentirme protegida de los monstruos de la oscuridad? ¿Ir corriendo a la cama de mamá y papá y escabullirme entre las sábanas de mis pesadillas más feroces? ¿Contar ovejitas? Jamás escuché cosa más absurda qué numerar borregos. Aunque mi protección contra los fantasmas exteriores o interiores se solucionaba con un edredón como escudo ante el dragón, o la paciencia infinita de unos padres cuyo abrazo era la mejor panacea. Pero enfrentar el miedo cuando me hice mayor ya no fue tan fácil como al ser niña. Nadie nos enseñó los comecocos del mundo de los adultos ni cómo sobreponernos a ellos. Entonces fue cuando la vida comenzaba a dar golpes e ir dando tumbos, sin saber muy bien cómo actuar o reaccionar.
Para enfrentar el miedo, me preguntaba qué debía hacer... ¿Huir? No era posible. ¿Dejar el problema para otro momento? Tal vez, sin embargo, resurgiría antes o después. ¿Autoengañarme? Respuesta incorrecta, pues tampoco funcionaba a largo plazo.
Para enfrentar el miedo, me cuestiono cómo vencerlo, cómo minimizar su impacto, cómo en tantas ocasiones sobredimensionamos su relevancia o importancia, cómo lidiar con él para poder dejarlo atrás. Para enfrentar el miedo, hay que arriesgarse una y otra vez, aunque se fracase, aunque uno se caiga, perseverar y continuar hacia el presente que se nos antojaba futuro.
Para enfrentar el miedo, intento arrancarme todas mis inseguridades; conocer todos mis límites, tantos los que puedo cruzar como aquellos que son terreno vedado; aceptar mis debilidades y potenciar las virtudes.
Para enfrentar el miedo, decido ser yo misma, arrancarme todas las capas con las que nos defendemos del daño y el sufrimiento, mostrarme con vulnerabilidad e imperfecciones, aunque manteniendo mi esencia, y echarle toda la valentía que pueda reunir.
Para poder vivir es necesario enfrentar el miedo. De frente. Con o sin titubeos, pero con osadía, agallas y arrojo. Aun cuando tiembles, pese a que llores. Para enfrentar el miedo, peleemos contra él y salgamos victoriosos.
Para enfrentar el miedo, me cuestiono cómo vencerlo, cómo minimizar su impacto, cómo en tantas ocasiones sobredimensionamos su relevancia o importancia, cómo lidiar con él para poder dejarlo atrás. Para enfrentar el miedo, hay que arriesgarse una y otra vez, aunque se fracase, aunque uno se caiga, perseverar y continuar hacia el presente que se nos antojaba futuro.
Para enfrentar el miedo, intento arrancarme todas mis inseguridades; conocer todos mis límites, tantos los que puedo cruzar como aquellos que son terreno vedado; aceptar mis debilidades y potenciar las virtudes.
Para enfrentar el miedo, decido ser yo misma, arrancarme todas las capas con las que nos defendemos del daño y el sufrimiento, mostrarme con vulnerabilidad e imperfecciones, aunque manteniendo mi esencia, y echarle toda la valentía que pueda reunir.
Para poder vivir es necesario enfrentar el miedo. De frente. Con o sin titubeos, pero con osadía, agallas y arrojo. Aun cuando tiembles, pese a que llores. Para enfrentar el miedo, peleemos contra él y salgamos victoriosos.
Comentarios
Publicar un comentario