Tú, mi linda rosa...




Un papel ya algo ajado. Con grietas hasta en tu sonrisa. Con ese color amarillento. Otra nostalgia más entre tantas que me nublan la memoria. Bueno no, no es una cualquiera, es el primer recuerdo, nuestro recuerdo. Me observas traviesa en ella. Cuántas veces la habré besado, suspirado. Incluso guarda algunas de las lágrimas que derramé tras tu marcha. A pesar del cuidado con el siempre la he tratado, ella también envejece, ajena al resto del mundo.
Te reías mientras yo intentaba hacer la fotografía, pues era la primera vez que utilizaba una cámara y no tenía ni idea. Logré captar esa mirada tuya, tan espontánea, tan sincera, tan enamorada. Sucedió hace varias décadas, pero para mí parece que fue ayer, que todo este tiempo no ha transcurrido. Que tú tienes diecisiete años y yo veinte. Que es nuestra primera cita, que has sido tú quien me acaba de besar por primera vez. Que un pequeño rato después bailaremos nuestra primera canción, la cual yo creeré fruto del azar, para descubrir meses más tarde que fuiste tú quien la decidió antes, a propósito.
Tú, que tenías que mantenerlo todo bajo control y jamás se te escapaba ningún detalle. Tú, que solamente te dejabas llevar cuando hacíamos el amor... Tú, mi linda rosa...
Ahora no consigo llorar aunque escucho una y otra vez nuestra melodía. Estoy vacío, esas gotitas saladas, como tú las llamabas, se fueron contigo pocos días después, para no volver. Soy el único que oye la música, pues está en mi mente, no fuera. Si cierro los ojos, puedo llegar a sentir tus labios, entreabiertos, a un latir de los míos...

Comentarios

  1. Coged las rosas mientras podáis
    veloz el tiempo vuela.
    La misma flor que hoy admiráis,
    mañana estará muerta...
    (Walt Whitman)

    ResponderEliminar
  2. Parece que una mujer escribe, pero el narrador es un hombre. Aunque muy bien conseguido, por supuesto ;)
    Rezuma ternura en todas sus letras, enhorabuena... :)

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

No quiero convencer a nadie de nada dice Jaime Sabines

Vulnerabilis

Madrugada de Juan Gelman