Pudo ser

Un atardecer cualquiera en un día indeterminado de los meses del estío. Da igual que fuera lunes o viernes, que hiciera frío o calor, puesto que solo soy capaz de evocar su contacto, su presencia, su olor... El tiempo, como siempre tan juguetón, me trae una imagen borrosa de ese instante. Me abrazaba por detrás mientras me acariciaba el rostro. Sin embargo, desconozco si fue realidad o un simple sueño. Tal vez me lo inventara. Quién sabe. Pero acabó fraguandose como un recuerdo nuestro en mis pensamientos. Por eso mismo, da igual qué sea cierto o no, pues yo lo siento con la misma intensidad. Aún percibo su respiración entrecortada sobre mi cabello o mi corazón acelerado mientras el sol desaparecía con pesar...

Comentarios

Entradas populares de este blog

No quiero convencer a nadie de nada dice Jaime Sabines

Vulnerabilis

Madrugada de Juan Gelman